
El exilio de Swaruu de Erra
“Solo existe una sustancia y existe
como una onda y se propaga por
todo el Universo. El espacio es un medio
ininterrumpido y entretejido de dicha
onda que se define como Energía Potencial.”
Swaruu de Erra.
Crucero pesado Toleka.
Aproximación a la órbita de Júpiter.
En algún momento después de la marcha de Swaruu de la Toleka.
Si sus evidencias eran reales y sus sospechas ciertas, Swaruu no solo debía abandonar la Toleka, sino también el sistema Sol 13, ya que estaba bajo el control total de la Federación. Todo lo que estaba ocurriendo era mucho más grande de lo que podría imaginar cualquiera. Sentía mucha pena por marcharse de la Toleka y dejar allí a sus amigos sin haberles hecho partícipes de sus pesquisas. Podía haber utilizado la telepatía para transmitir la información, pero de momento era mejor que no supieran nada por su seguridad. No obstante, confiaba en que Sophia los pondría al día en el momento adecuado. Pensaba mucho en ella y las veces que habían discutido, pero se sentía tranquila respecto a cómo Yázhi, la pequeña Sophia, manejaría todo el asunto de la divulgación y la forma de interactuar dentro del entramado construido por la reina Alenym I y sus socios de la Federación 5D.
Estaba convencida de la bondad y mejor hacer de Anéeka y del resto de la tripulación y de su no implicación en lo que a todas luces era un complot monumental que surgía de las entrañas de la Federación a nivel 5D que gestionaba los asuntos dentro de sol-13 y en concreto de su delegación para los asuntos terrestres en la nave andromedana Viera estacionada tras la otra nave andromedana en desuso que los terrestres llamaban Luna y que mantenía sus reactores funcionando a duras penas para seguir manteniendo el campo electromagnético que subyugaba a la Tierra a una densidad menor y generaba el holograma que daba el aspecto de astro y que aparentemente funcionaba como satélite natural de la Tierra.
Con su pequeña nave se dirigía hacia Saturno con el fin de poder contactar con otros niveles de la Federación de mayor consciencia que pudieran entender lo que está sucediendo en la Tierra y hacer algo para pararlo. En su camino se cruzaría con el gigante gaseoso, como así lo llamaba la ciega y limitadísima ciencia 3D de la Tierra. Tenía la esperanza de poder contactar con los Karistus para pedirles ayuda, no solo para que pudieran proporcionarle tecnología avanzada para la nave, sino también para que pudieran ayudarla con su estado de salud. Los Karistus, que tanto habían hecho por la Tierra y el sistema solar, no estaban para nada de acuerdo en cómo la Federación gestionaba los asuntos de ambas conciencias estelares. Ese era uno de los motivos por los que nunca quisieron pertenecer a la Federación de Planetas Unidos que siempre la vieron como una organización opaca y con sibilinas y espurias intenciones.
A duras penas vislumbró la grandiosidad del planeta Júpiter cuando los Karistus detectaron su pequeña nave y se pusieron en contacto con ella a través de trasmisiones instantáneas de voz y datos utilizando la tecnología muón-neutrino que todas las razas extraterrestres usaban como la forma común y fiable de comunicarse a través del espacio generando micro fluctuaciones en el flujo gravitatorio para el envío y recepción de información. Swaruu esbozó una ligera sonrisa cuando escuchó a la IA de la nave por los altavoces del puente de mando traduciendo los mensajes de sus amigos.
Dio su posición exacta enviando la dinámica energética y frecuencia del lugar y los Karistus se dispusieron a enviar una nave de salvamento para ir a recogerla. Rescataron a Swaruu y la recomendaron que abandonara su chatarra espacial que, además de carecer de la tecnología a la que Swaruu estaba acostumbrada, también tenía algún problema técnico irresoluble que la hacía inservible para algunos de los propósitos de Swaruu. La nave sería recogida y reciclada más adelante cuando Swaruu estuviera a salvo y cómoda en la superficie del planeta. También la instaron a quedarse todo el tiempo que fuera necesario hasta que se repusiera de su pésimo estado de salud con la ayuda de los expertos jovianos en medicina estelar.
Swaruu fue muy bienvenida a Júpiter. Muchos ya la conocían y sabían de sus peripecias con los viajes en el tiempo y saltos entre líneas temporales. También sabían lo que había estado haciendo en la órbita terrestre; dando información y empoderando a los humanos. Los Karistus, como verdaderos protectores de la Tierra y el sistema solar, agradecían enormemente la labor de Swaruu para con la raza liriana de la Tierra. Los Karistus no reconocían la palabra “humano” como calificativo para los seres que viven en la Tierra ya que sabían que era una palabra impuesta por las élites que gobernaban la Tierra para denostar a los seres que allí vivían y hacerlos de menos. La palabra “humanidad” tampoco era reconocida por ellos por la misma razón. Para los Karistus los habitantes de la Tierra eran de raza liriana de primera y no de una raza secundaria que solo servía como biotraje para las consciencias de otras razas estelares que había decidido ingresar en la Tierra para ayudar o para tener una experiencia terrenal.
Gracias a su alta conciencia, no fue necesario dotar a Swaruu de tecnología para que pudiera observar y experimentar partes del planeta que vibraban a una alta frecuencia y por lo tanto en alta consciencia. Por esa razón, los científicos terrestres solo veían la parte 3D del planeta Júpiter que, en su percepción, solo era una bola gaseosa. Eran incapaces de ver cómo era realmente el planeta en todo su esplendor.
Durante la estancia de Swaruu de Erra en casa de los Karistus jamás tuvo un solo problemas con sus habitantes e incrementó el número de amigos. Trascurrido un tiempo en el planeta gigante, descansado, recuperándose y disfrutando de la hospitalidad de los Karistus, Swaruu decidió que era el momento de partir y pidió ayuda a Karistus para que le proporcionaran materiales de alta tecnología y así poder construir su propia nave, mucho más avanzada que la propia Suzy. Swaruu reconocía que, aunque la tecnología de Taygeta era muy elevada y avanzada, la de los Karistus la superaba con creces, no solo en técnica, sino en diseño también.
Cuando tuvo lista su nave, Swaruu decidió irse de Júpiter. Swaruu seguía teniendo en mente la lucha por la libertad en la Tierra; no se daba por vencida. Era una guerrera incasable. Dispuesta en todo momento; tenía la espiritualidad en una mano y la catana, su espada favorita, en la otra, blandiéndola con arrojo ante los enemigos más recalcitrantes. Karistus desconocían los planes de Swaruu cuando está abandonó el planeta, pero daban por seguro que seguiría en la lucha para liberar la Tierra de los regresivos que la tenían presa y romper los yugos de la esclavitud. El apoyo de los Karistus a Swaruu y a las taygeteanas era totalmente incondicional y si los Karistus no habían intervenido todavía en la Tierra, como así era su deseo más íntimo, era por respecto a las taygeteanas y otras razas extraterrestres que pertenecían a la Federación. Pero la paciencia de los Karistus tenía un límite y siendo una raza tan temperamental, la chispa podría saltar en cualquier momento con o sin la aprobación de la Federación.
Con su nueva nave de super alta tecnología karistus, Swaruu proseguiría con sus saltos entre líneas temporales, para encontrar la forma de desbaratar los planes malévolos del cabal terrestre y por ende de la propia Federación. De estos saltos entre líneas de tiempo, buscando la solución para los tormentos y las tribulaciones de la Tierra, saldrían las swaruunianas Athena y Minerva que se unirían a Yazhi siendo cuerpos diferentes, pero con la misma consciencia.
§
Un comentario en “Capítulo 7 – El exilio de Swaruu de Erra.”