
Comencemos este artículo planteando las 3 preguntas eternas que muchos nos hacemos y que aparecen también en el libro de Bruce H. Lipton, La Biología de la transformación.
- ¿Cómo llegamos aquí?
- ¿Por qué estamos aquí?
- Ya que estamos aquí, ¿cómo podemos sacarle el máximo provecho?
Quizás no seamos capaces de dar una respuesta consistente a dichas preguntas. O quizás sí. Al menos a alguna de ellas. Para la primera pregunta algunos podrían especular con el origen extraterrestre del ser humano, otros con la creación del humano realizada por el dios sumerio Enki utilizando complejas técnicas genéticas (lectura recomendada de algunos autores e investigadores y en concreto Zecharia Sitchin. También podéis leer “Enki, padre de la humanidad” de David Parcerisa para una lectura resumida de este asunto) y otros podrían argumentar que solo Dios (con mayúsculas) fue el que nos creó. Para la segunda pregunta podríamos dar respuestas dentro de los mismos contextos que las anteriores. La respuesta a la tercera pregunta ya no depende ni de los extraterrestres ni de dioses menores ni de Dioses mayores, si es que podemos catalogarlos así. La tercera pregunta y su respuesta nos concierne exclusivamente a cada uno de nosotros. De cualquier manera, todas las respuestas son válidas y respetables, tengamos las creencias que tengamos o nos apoyemos en los estudios científicos o religiosos que nos apoyemos. En mi caso particular, tengo respuestas específicas a las tres, aunque voy a evitar mencionar las dos primeras por ahora porque exponerlas en este medio podría causar disonancia cognitiva y no quisiera alborotar al personal.
Es posible que los que estáis leyendo mis artículos tengáis también respuestas propias para dichas preguntas, pero podríamos decir en general que las respuestas podrían ser diferentes dependiendo de nuestras creencias, como dije arriba y de la época en que las respondamos.
Pero dejadme que responda hoy con una simple respuesta la tercera pregunta: Ya que estamos aquí, ¿cómo podemos sacarle el máximo provecho?: Conectándonos a la naturaleza y siendo feliz.
Ya, ya…me imagino lo que estaréis pensando: “Este va de listillo; ¿ser feliz? ¿acaso no es lo que todos perseguimos?”. Estoy de acuerdo, en parte, con vosotros. Conectarse a la naturaleza puede ser más o menos sencillo, pero ¿cómo podemos ser felices? No, no es tan difícil, de verdad. Solo tienes que hacer uso del “Poder de la Intención” (https://www.linkedin.com/pulse/el-poder-de-la-intenci%25C3%25B3n-mariano-sanz-gonz%25C3%25A1lez/?trackingId=Ow3e%2FApSSe66W4m4dMDK1g%3D%3D)
Afortunadamente puedo decir en términos generales, que soy feliz gracias al Poder la Intención. Estoy seguro que, a mi estado actual, llegué gracias a que manifesté dicha situación yo mismo.
Al igual que utilizamos el Poder de la Intención para adquirir riquezas, mejores trabajos e incluso para manifestar una estrella o una constelación, ¿por qué no emplearlo también para ser feliz o mejor todavía, para que el mundo entero sea feliz? Si todavía te cuesta creer que puedas conseguir esto con el Poder de la Intención y con cierto trabajo individual, tendrás que emplear otros métodos y enfocarte solo en ti para ser feliz. Porque para hacer feliz a los demás, primero tienes que ser feliz tú.
De la misma manera podemos decir que para amar a los demás, primero tú tienes que amarte a ti mismo. No me sirve de nada vivir una vida miserable y llena de sufrimiento como consecuencia de estar haciendo feliz a los demás. Si ese es tu caso, párate y haz un reset. No vas por buen camino.
Con esto que os digo estoy contestando al comentario de mi amigo David Martínez (https://www.linkedin.com/in/davidmartinezolmo/) sobre mi último artículo en el que decía que hacer feliz a los demás tiene un poder positivo. Si, sí que lo tiene, sin embargo, no estoy de acuerdo cuando dice que es mejor “fijarnos más en la felicidad del prójimo que en la de uno mismo”. ¿Por qué hemos de excluir nuestra propia felicidad de la ecuación? ¿Y si la consideramos como elemento fundamental para que el mundo se llene de alegría y de felicidad y aumente su vibración?
Para ser feliz, tenemos que visualizarlo, tenemos que sentirlo y tenemos que crear nuestra realidad para dar cabida a una vida llena de amor y gozo. Recordad que somos poderosos y creadores. Pero para poder usar nuestro poder debemos librarnos primero de los programas limitantes y autodestructivos insertados en nuestra psique y que nos bloquean y controlan tanto a nivel individual como a nivel global (inconsciente colectivo como decía Carl Gustav Jung). Obviamente para plantar nuevas plantas en nuestro jardín hemos de limpiarlo primero de las malas hierbas por lo que, como dije en mi primer artículo (https://www.linkedin.com/pulse/el-h%C3%A1bito-hace-al-monje-mariano-sanz-gonz%C3%A1lez/), tenemos que abrir los ojos, abandonar el materialismo y abrazar una vida espiritual, llena de amor, armonía y cooperación. Lo que seamos capaces de crear en nuestro interior se reflejará en nuestro exterior.
Y llegados aquí, podría decir que si apostamos por una vida espiritual, podremos cambiar nuestra perspectiva del mundo y de nosotros mismos y probablemente terminemos cambiando también las respuestas de la primera y de la segunda pregunta del principio y decir que somos felices y comemos perdices.