
Sabios Eméritos – Veteranos Olvidados
Según la real academia de la lengua española “emérito, emérita” tiene dos acepciones:
1. adj. Dicho de una persona, especialmente de un profesor: Que se ha jubilado y mantiene sus honores y alguna de sus funciones. U. t. c. s. (Utilícese también como sustantivo)
2. adj. En la Roma antigua, dicho de un soldado: Que había cumplido su tiempo de servicio y disfrutaba la recompensa debida a sus méritos. Era U. t. c. s. m. (Era usado también como sustantivo masculino)
Expandiendo el concepto, en términos generales, al emérito, emérita se le otorga la facultad de “participar activamente” en las tareas o trabajos que le eran propias antes de su jubilación, se les da voz en asambleas y reuniones y asiste a otras en calidad de invitado de honor.

¿De dónde viene todo esto? La etimología de emérito, emérita nos dice que proviene del latín ex (por) meritus (por mérito o debido al mérito). Para ilustrar esto pongamos como ejemplo la ciudad romana Emerita Augusta (también Augusta Emerita), la Colonia Iulia Augusta Emerita (actual Mérida, capital de Extremadura España). Esta colonia fue fundada en el año 25 a. C. por el general del ejército romano Publio Carisio en Lusitania por orden del emperador Octavio Augusto para asentar a los legionarios más veteranos licenciados (emeritii – eméritos) de las legiones X Gemina y V Alaudae que habían combatido en las guerras asturcántabras (de ahí el nombre de la ciudad.) Roma reconoció y recompensó a sus soldados debido a sus méritos, su dedicación y valentía en tantos años de servicio. Esta recompensa, contemplada dentro de un programa político del emperador de asentamientos, consistía básicamente en reparto de tierras. Con este programa tanto los veteranos licenciados como el imperio se beneficiaban. Por un lado, los eméritos recibían del imperio un asentamiento en tierras fértiles con abundancia de agua para la agricultura y la ganadería y la existencia de canteras cercanas. Por otro lado, Roma poblaba un territorio periférico al imperio y creaba una colonia en un territorio con una excelente situación geopolítica, estratégica y medioambiental con la que poder propagar la grandeza del Imperio romano y del propio emperador Octavio Augusto.
Este parte de la historia de Hispania nos sirve para poder hablar de los eméritos en el siglo 21 y tratar de hace una analogía con las compañías y empresas de hoy. Desde el punto de vista empresarial, la empresa de ahora sería como el Imperio romano y el empleado el legionario que blande la espada para conquistar territorios allende las murallas de Roma. Pero cuando el legionario actual llega al momento de ser licenciado, ya sea por jubilarse o bien por ser despedido (por cualquier causa), la empresa ya no mira por el bienestar de ese legionario licenciado que tanto luchó en cientos de batallas e hizo conseguir gloria para el Imperio. Y no solo eso, tampoco se preocupa por el talento, el conocimiento, la experiencia y la sabiduría adquirida en tantos años de servicio. En el mejor de los casos, la empresa se desprende del soldado licenciado y lo entrega a manos de otras instituciones u organismos (normalmente públicos) que teóricamente se encargan tan solo de cuidar de dichos legionarios licenciados, pero que de ningún modo gestiona el talento, la experiencia, el conocimiento y la sabiduría del legionario empresarial.
En este punto, algunos podrías preguntarme, ¿por qué se va a encargar la empresa de la vida de un empleado jubilado y mucho menos del empleado despedido, si ya está el papa Estado para hacerse cargo? Yo no digo que el Estado no deba hacerse cargo de la gente jubilada que ha pagado sus impuestos y ha contribuido a la Seguridad Social para recibir una merecida pensión. Yo voy más allá. Si yo fuera la empresa no me gustaría perder el talento, el conocimiento, la experiencia y la sabiduría que el veterano legionario adquirió durante su larga vida laboral porque, al fin y al cabo, es un recurso (formación, adiestramiento, viajes, etc., etc.) invertido por la empresa en el trabajador para que adquiriera esos valores. El Estado de ninguna manera va a gestionar dichos valores y como mucho, en una situación de desempleo, buscará un empleo que se ajuste al perfil de legionario en desgracia.
Desde mi punto de vista, el talento, el conocimiento, la experiencia y la sabiduría es una activo que pertenece a la compañía, si no al 100% por lo menos en una gran parte. ¿De verdad que la empresa no da valor a esto y lo va a tirar a la basura? ¿O será que es incapaz de dar dicho valor porque no es dato que puede meter en una hoja de cálculo al que se le pueda sacar algún rendimiento?
En la mayoría de las ocasiones, cada vez que una empresa procede al despido (pactado o no) de un empleado con cierta antigüedad, la empresa está tirando a la basura ese activo mencionado antes. Yo, en mi larga vida profesional, he visto como mucha gente con un talento y experiencia impresionante se iba de la compañía o bien por jubilación o despido, sin que la empresa recogiera y atesorara ese talento y experiencia. ¡Es una verdadera pena!
Y en el peor de los casos el legionario que es despedido y no puede jubilarse tiene el deber de buscar otros Imperios donde desarrollar sus habilidades para poder subsistir. Si por fortuna encuentra trabajo en otra compañía, será ésta la que reciba el legado que la empresa original a muy bajo coste. Desgraciadamente, y aunque la nueva empresa se aprovecha de esos activos, tampoco estará muy dispuesta a valorarlos debidamente por las repercusiones económicas que eso conllevaría.
Para que sirva de ejemplo, hace unos días leía en esta plataforma el mensaje de una persona con 55 años que buscaba trabajo. Después de 20 años trabajando en la misma empresa su valía, experiencia y conocimiento había sido dilapidados y la persona lanzada, probablemente, a los leones de la injusticia en la arena del Coliseo de la calle. Y este no es un caso aislado. Yo podría también incluirme dentro de este grupo selecto de legionarios, aunque con un final algo diferente para mí fortuna y sin derecho quizás a quejarme mucho. ¡Pero al Cesar lo que es del Cesar! Quiero que esto que voy a contar no se malinterprete y suene a resentimiento. Esto estaría muy lejos de la verdad. Después de 35 años en la empresa, en el mejor estado físico y mental de mi vida personal y profesional, de repente te encuentras en la calle porque a la empresa no le cuadra los números y tiene que hacer un ajuste. Y, ¡oh que casualidad! ya no le sales rentable o eso dice. ¿Dónde está ese slogan que lanzan todos los años en el que se dice que los empleados son el mejor activo de la empresa? ¿Dónde recoge, atesora y gestiona la empresa mi experiencia, mi talento, mi sabiduría y mi conocimiento? Pues en un alarde de inteligencia corporativa asignándote una persona a tu lado los dos últimos días de la estancia en la compañía para el traspaso de funciones y algunos conocimientos. Pienso yo que, tras esta raquítica respuesta de la empresa, debe subyacer la lógica de que El Imperio no se va a hundir por la baja de uno de sus legionarios. Además, hay muchos más soldados ahí, en las puertas del Imperio, jóvenes, ambiciosos y aguerridos y con menos exigencias económicas y aunque con menos experiencia y menos conocimientos, encajan a la perfección en la hoja de cálculo y ayuda ver las cifras globales de mejor manera. ¿De verdad se nos trata con consideración y reconocimiento? ¿De verdad que nos convertimos en eméritos según la definición vista al principio? Por muy elevada que pueda ser una indemnización (para aquellos que puedan obtenerla por su despido) tiene mucho más valor tu talento, tu experiencia, tu conocimiento, tu devoción y fidelidad a la empresa. La empresa no te convierte en una persona emérita por el hecho de darte una indemnización que en el caso de legionarios de rango inferior nunca compensarán todas esas horas dedicadas al mantenimiento del Imperio. No se trata de una recompensa como otorgaba otrora el Imperio Romano, sino de algo que es tuyo por derecho. El Imperio te liquida para reducir costes, pero no se da cuenta que destruye un activo valiosísimo acumulado en tantas batallas. El Imperio Romano actual no da valor a eso. No eres nadie. Solo los accionistas tienen algún valor y son ellos a los que se debe pleitesía. Esto desde mi punto de vista es inaceptable y no dice nada bueno de la empresa.
Por el contrario, estamos hartos de ver como en esta sociedad se premia a los políticos, normalmente con una corta vida “laboral” entre comillas, y se le hace eméritos y se les otorga puestos vitalicios (puestos en el Consejo de Estado, por ejemplo) muy bien remunerados que no sirven para nada, tan solo para sacarle el dinero a los contribuyentes. Esto también es inaceptable y no deberíamos permitir que sucediera, pero no nos desviemos del entorno empresarial que es el que nos ocupa aquí.
Y aquí viene mi pregunta, ¿por qué las empresas no crean una especie de Consejo de sabios que participen activamente y que sea capaz de atesorar los activos que poseen los legionarios licenciados? ¿Por qué no hacen planes para mantener de alguna manera a sus “eméritos” en contacto activo con la empresa y aprovechar sus talentos, sus conocimientos y sus experiencias como un verdadero activo cuantificable de las empresas? Aunque más adelante vamos a hacer una propuesta, las empresas podrían empezar tomando ejemplo de algunas instituciones u organismos públicos que se encargan de hacer la vida de las personas mayores o veteranos olvidados mucho más llevadera elevando todo lo posible su bienestar y su estado de salud física y cognitiva.
Estas instituciones u organismos públicos (y también algunas privadas) son mayormente centros de día para mayores y residencias de ancianos. Aunque estos centros se rigen por políticas sociales establecidas desde los diferentes gobiernos estatales o autonómicos, tenemos que resaltar que gracias, no a los políticos que solo buscan réditos electorales, sino a los magníficos profesionales que trabajan en dichas instituciones, específicamente trabajadores sociales y gerontólogos, se desarrollan planes y actividades para que los legionarios y legionarias licenciados tengan una vejez activa haciendo que sus últimos años tengan una mayor calidad de vida, manteniendo su salud en los niveles más altos posibles y eliminando o reduciendo la dependencia de otras personas o instituciones. Clases de gimnasia, informática, baile, Tai Chi, cine, ajedrez, cursos de alimentación y nutrición y otras actividades se ofrecen en estos centros y que los mayores acogen con gratitud porque les hacen sentir importantes, considerados, cuidados y muy vivos. Además, se siente acompañados por otras personas como ellos y hacen amistades profundas. Aun así, dichos estamentos no tienen la capacidad de atesorar la sabiduría de estas personas mayores y es cuando se hace necesario establecer algún mecanismo para que sus conocimientos y experiencias (vitales o profesionales) no caigan en el olvido y se recojan de alguna manera. Es aquí donde yo creo fundamentalmente que sea en las empresas, quizás con la colaboración del Estado, donde deben recoger dicho conocimiento, pues es mayormente donde se ha generado. No pretendamos que los políticos en general hagan algo en favor de los sabios eméritos y veteranos olvidados. Bien poco les importan sus vidas y sus historias. Según la visión de dichas autoridades políticas, los mayores no solo representan una carga económica para el Estado insostenible, sino que además la mayoría de las veces son un estorbo y un peligro por la sabiduría acumulada durante sus vidas y por sus experiencias. Cuanto más sabe una persona mayor es su grado de consciencia y mayor criterio tienen para discernir lo que pasa en el mundo, utilizando el pensamiento crítico que tanto intentan destruir los mediocres que medran en los estamentos públicos. A la casta política no le interesa la gente que piense por si misma porque en las cosas graves que ocurren en el mundo están ellos involucrados por lo general. La gente joven, desgraciadamente no ve nada de eso y ni le importa. Ya se encargaron los políticos de parasitar la enseñanza y adoctrinar a los más jóvenes en las escuelas y Universidades.
Tampoco podemos fiarnos de las instituciones privadas cuyo objetivo es sacar rendimiento económico a costa mayormente de abandonar a su suerte a los ancianos.
Volviendo otra vez a las iniciativas de las instituciones públicas que mencionábamos antes y que con tanto éxito ayudan a pasar la vejez de nuestros legionarios licenciados tenemos que hacer especial mención al asunto de la alimentación y nutrición amén de otras actividades importantes. Investigadores de renombre mundial como el neurólogo Dr. David Perlmutter establecen una serie de pautas para activar la neurogénesis (importante para el pensamiento, el aprendizaje y los niveles de la función cerebral) y reducir las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer tan incapacitante. Dichas pautas son:
- Ejercicio físico voluntario (al menos 20 minutos diarios). Un buen paseo todos los días produce más beneficios a nuestro cerebro que realizar un crucigrama o un sudoku. Se mejora la memoria, la fluidez al hablar, atención y otras importantes funciones cognitivas.
- Reducción de calorías. Las dietas bajas en calorías presentan un menor riesgo de padecer Alzheimer o Parkinson. Hay que reducir los azúcares, los hidratos de carbono refinados (pasta, pan, bollería, harinas, rebozados, arroz, maíz, patatas, etc.) y todos aquellos alimentos con altos niveles de calorías.
- Estimulación intelectual. Aprender idiomas, resolver problemas, explorar entornos desconocidos y la meditación frecuente promueven la protección del cerebro haciéndolo más resistente al deterioro. La meditación nos ayuda a viajar a nuestra mente interior y al campo energético universal.
- Curcumina. Es el principal ingrediente activo de la cúrcuma. Posee una gran variedad de propiedades bioquímicas como las antioxidantes, la antiinflamatorias, las antimicóticas y las antibacterianas. También tiene una gran capacidad en crear nuevas neuronas.
- Ácido Docosahexaenoico (ADH). Es un potente nutriente y un importante ácido graso cerebral. El ADH regula de forma natural la inflamación que es la responsable de enfermedades cerebrales cono el Alzheimer, el Parkinson, el TDAH y la esclerosis múltiple. Lo podemos encontrar en algas marinas. Se recomienda tomar suplementos alimenticios con ácido graso omega-3 y ADH (antes de tomar nada consulte con su especialista.)
Para ahondar mucho más en estas investigaciones y recomendaciones os sugiero la lectura de los libros: “Cerebro de Pan”, “Limpia tu cerebro” y especialmente “Conecta tu cerebro” escritos por el Dr. David Perlmutter. También podéis visitar su web: https://www.drperlmutter.com/
Antes de acabar y para que obviamente este artículo no se quede en lo que parece una mera queja o crítica de lo que en mi opinión adolecen algunas empresas, sobre todo las grandes compañías, me gustaría proponer a aquellas empresas cuyas estructuras puedan permitírselo la creación o fundación de una especie de gerontocracia dentro de la empresa. La gerontocracia es una forma oligárquica de gobierno en la que una institución o gobierno es gobernado por una pequeña cantidad de líderes, donde los más ancianos mantienen el control. Aunque es evidente y basado en la definición anterior, que esto no sería tan radical, sí que es verdad que una parte del control debería estar en manos de este Consejo de Sabios o ancianos al que he hecho referencia en este artículo más de una vez. Sin la presión del día a día y con otros intereses totalmente diferentes, indudablemente la visión del negocio de este Consejo sería más elevada y cristalina. La clave estaría en crear un Consejo de Sabios interdisciplinar a tiempo completo o tiempo parcial que estuviera involucrado en la gestión de la empresa y en los proyectos o decisiones importantes de la compañía. Este consejo estaría formado por aquellos veteranos licenciados que desearan aportar su sabiduría, su conocimiento y su experiencia a la empresa que ha sido su hogar y su vida durante tanto años y obtener alguna forma de recompensa por su inestimable aportación como todo buen Sabio emérito. ¿Qué ganaría el veterano y que ganaría a la empresa? A priori esto sería lo que ambos ganarían:
El veterano olvidado (el empleado):
- Reconocimiento y puesta en valor de la función del sabio emérito por parte de la empresa y por ende de la sociedad.
- Empoderamiento e incremento de su autoestima.
- Mantenimiento de la actividad del veterano tanto física como cognitiva contribuyendo al mantenimiento de su buena salud.
- Continuación de la relación laboral permitiéndole una posible percepción económica y una visión positiva del trato dado por la compañía.
El Imperio (la empresa):
- Conservación del talento, sabiduría, conocimientos y experiencia del empleado que han enriquecido la empresa con algo intangible, pero de incalculable valor.
- Templar y moldear las ambiciones de los empleados más jóvenes que intentan arrasar el conocimiento y experiencia de los más antiguos tratando de imponer nuevas formas de gestión empresarial dentro de la compañía y arriesgando a hacerle perder a la empresa dichos valores.
- Traspaso continuo de los conocimientos y experiencia a los nuevos trabajadores sin limitación de tiempo y sin perder ni un ápice del talento y la sabiduría.
- Recursos casi ilimitados en conocimientos y agilidad para ganar proyectos y aumentar el volumen de negocio.
Para finalizar, me gustaría lanzar un mensaje a todos aquellos que estáis leyendo este artículo. Muchos de vosotros sois jóvenes y os quedan muchos años de vida laboral. Sois ambiciosos y queréis sobresalir y progresar en las empresas en la que trabajáis y esto está bien y nada se puede reprochar, pero me gustaría que este artículo os sirviera de aviso o advertencia. Al día de hoy, si alguno de vosotros, que os dedicáis plenamente a la empresa, os pensáis que la compañía se ocupará, se preocupará por vosotros cuando os llegue el momento de la jubilación o de un despido sin o con indemnización (no siendo ésta un premio sino algo que la empresa os debe por vuestra dedicación completa a la empresa) y tendrá en cuanta vuestra experiencia y sabiduría para que forméis parte del conocimiento adquirido de dicha compañía, desengañaos. Esto no sucederá, ni a corto ni a medio plazo y por lo que estoy viendo en el mundo ni a largo plazo tampoco. A menos que cambie el mundo para bien, nunca seréis Sabios Eméritos, tan solo Veteranos olvidados. Sois un número que encaja o no en las hojas de cálculo de la empresa dependiendo de ciertas circunstancias. Normalmente cuando se llega a cierta edad y años de experiencia en la empresa, la empresa se deshará de vosotros, de vuestra sabiduría y experiencia porque por un lado sois costosos para la empresa y por otro podéis ser percibidos erróneamente como un peligro para ciertos elementos de la compañía porque os convertís en sombras de los nuevos que vienen arrasando, pero carentes de experiencia y nivel. Sois un estorbo y un peligro para aquellos con ambiciones desmedidas y conocimientos raquíticos que quieren medrar dentro de la empresa.
Buscad un equilibrio entre la vida personal y la vida laboral. No deis prioridad a la vida laboral porque no os lo agradecerán nunca. Disfrutad de vuestras familias que es lo verdaderamente importante. Amaos a vosotros mismos y amad a los demás. Cuidad de vuestros mayores. Cultivad vuestra espiritualidad. Y hasta que no vayamos a una sociedad holográfica, haced de vuestro trabajo una forma de salir adelante pero nunca convertirlo en la máxima prioridad.
Por cierto, os recomiendo visitar esa magnifica ciudad española llamada Mérida.
Fuentes:
RAE, Wikipedia, otras.
Libros: “Cerebro de Pan”, “Limpia tu cerebro” y especialmente “Conecta tu cerebro” de Dr. David Perlmutter. Visitad su web: https://www.drperlmutter.com/
Colaboración:
Dña. Helena Santiuste, Directora del Centro de Mayores de Puente de Toledo, Madrid.